La otra cara de la moneda

Ayer de nuevo fue un día de reuniones. Son días apasionantes donde uno debe estar con los cinco sentidos, absorbiendo todo lo que allí se dice. Pero por lo mismo son agotadores. Ya os hablé aquí de mi útima reunión en que me vestí para pasar desapercibida y demostrar que soy una mujer seria y sesuda. 

Curiosamente leyendo el libro La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero, habla de este tema, diciendo que en su juventud muchas jóvenes intelectuales y ella misma, "se vestían de hombres", es decir, borraban todo rastro de feminidad de su atuendo, porque las actividades intelectuales eran un ámbito  masculino y para participar en ellas era "necesario" negar, de alguna manera, sus atributos de mujer.

Ha llovido desde entonces, pero quizás las cosas no han cambiado tanto como podamos pensar y quedan muchos ámbitos profesionales, como el mundo científico, donde las mujeres siguen siendo la excepción y no la regla. 

Pero ayer yo decidí que ambos mundos, no eran incompatibles, que una mujer puede hacer ciencia y ser y sentirse atractiva, y decidí proyectar esa imagen. Resultado, estuve mucho más cómoda y activa en la reunión y hasta me atreví a participar en lugar de pasar desapercibida.

Una muestra de ello, una mujer que no quiso negar sus atributos femeninos, al menos ayer. Lo demás lo notaron, un compañero y amigo desde hace muchos años, comentó que "me había arreglado".

Para ello elegí mi falda tubo negra, con un toque de coral.

Para completar el atuendo mi inseparable trench, que saco cada primavera

 

¿Os mostrais u os escondeis detrás de la ropa?