domingo, 24 de noviembre de 2013

Tributo a los 70: El tío Pla

El tío Pla ni siquiera era mi tío de verdad, era un tío de mi madre, tío Plácido, al que tuve oportunidad de conocer y tratar con siete años. Era muy sentencioso y visto desde la actualidad, un poco troglodita, pero en los 70, este tipo de hombres se sentía muy cómodo en España. Es más, algunos eran admirados y respetados, no era el caso del pobre tío Pla, al que nadie tomaba muy en serio

Nos ilustraba con "perlas" como "No las ayudes que luego se hacen vagas", dirigida a mi padre cuando trataba de colaborar con mi madre y su tía. Algunas más inofensivas como "Desde que se inventó soplar el que se quema es porque quiere".

¿Por qué me he acordado de él esta semana? Estaba reflexionando lo que ha cambiado este país en muy poco tiempo y como algunos se hacen cruces de algunas de las costumbres de los inmigrantes, cuando nuestros abuelos hacían exactamente lo mismo.

En 1979, mi familia, padres, hermana y esta menda con siete añitos fuimos a pasar unas vacaciones a casa de unos tíos de mi madre que vivían en Valencia. La intención era buena "para que las niñas disfruten de la playa" y la organización logística un desastre, nuestra familia fue alojada en una habitación con dos camas de noventa y compartíamos un piso antiguo de un solo baño con los tíos de mi madre y una hija de unos primos lejanos, que como trabajaba en Valencia, estaba alojada también con los tíos (lo de alquilar un apartamento o una habitación, no debía estilarse).

Lo que hoy sería un atentado contra la intimidad, yo lo recuerdo como una gran aventura. Me vuelven a la cabeza esas noches tórridas de agosto compartiendo cama de noventa con otro miembro de la familia. Creo que para los adultos no fue tan agradable como yo lo recuerdo.

Nuestra rutina diaria en vacaciones.

Por la mañana íbamos a las playas de la Malvarrosa o Las Arenas, previo trayecto en autobus de media hora e imagino que sin aire acondicinado. Despúes del consabido baño, nos tomábamos nuestros bocadillos preparados con mucho amor por la tía de mi madre, mientras mis padres compartían un porrón de cerveza con gaseosa. Para mí es un bonito recuerdo, allí vi por primera vez el mar.


Tras otro trayecto en autobus de media hora en pleno mediodía, comíamos, muy bien por cierto, porque la tía de mi madre tenía muy buenas manos para la cocina, y después de una pequeña siesta íba a jugar a los jádines próximos al río, que entonces atravesaba Valencia, que llamábamos "Las Alameretas" ,enfrente de las Torres de Serranos.


 Tomar una horchata en alguna de las horchaterías antiguas de la ciudad


O pasear por los jardines del Vivero


Por la noche, después de cenar ponían en la tele Cañas y Barro, de Blasco Ibáñez, ambientada en la Valencia rural más profunda y protagonizada por José Bódalo y Victoria Vera.


Algunas noches, después de cenar, para combatir el calor salíamos a tomar algo a una terraza cerca de casa. Mi madre tomaba lo que para mí era el colmo del exotismo, un "Nacional", que no era otra cosa que granizado de café con una bola de helado y que a mí por mi corta edad me estaba vetado.


Así fue aquel verano. Después de esta experiencia, traumática para algunos miembros de la familia, al año siguiente alquilamos un minipartamento al lado de la playa. Era el año 1980 y España empezaba a cambiar y mucho, pero yo no lo sabía. Para mí aquellas vacaciones  fueron una aventura que no he podido olvidar.

Si alguna persona de Valencia me lee, quizás encuentre alguna inexactitud en mi relato. Le ruego que me perdone. No hablo de la ciudad real, sino de una ciudad imaginaria vista por los ojos de una niña de siete años. Desde aquí todo mi cariño para Valencia y los valencianos.




2 comentarios:

  1. Puede que tus recuerdos no se ajusten a la realidad, pero es loq ue te queda y si son buenas sensaciones estupendo
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    Besos

    Raquel
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  2. Ayyy!!! Que bonitos recuerdos tienes de mi ciudad!!! Que alegría me ha dado leer tu entrada!! :)
    Yo soy Valenciana, y no hay nada que perdonarte! lo has contado perfecto, jejeje. Si hace mucho que no vienes la verías muy pero que muy cambiada, pero igual de bonita! Podrías pasear por el paseo de la Malvarrosa, y tomarte tu horchata en Santa Catalina, que todavía está abierta y siempre llena! Los jardines de Viveros están muy bonitos, y en ocasiones se hacen concierto allí!
    Lo que ahora sería más complicado es lo de cañas y barro! jejejeje.
    Me ha encantado ver mi ciudad en tu blog y que guardes tan buenos recuerdos!
    Besitossssss!!!!

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